La fuente de los susurros

La fuente de los susurros

El parque de la Concordia era un laberinto de sombras y susurros. Los árboles, retorcidos y cubiertos de musgo, parecían observarnos con ojos oscuros. El aire estaba cargado de humedad y un olor a tierra mojada que me revolvía el estómago. En el centro del parque, la fuente de los susurros nos esperaba, envuelta en una neblina espesa y un silencio sepulcral. La luz de la luna apenas lograba penetrar la oscuridad, creando sombras alargadas que se movían como fantasmas. Sabíamos que no debíamos estar allí, pero la curiosidad nos había arrastrado hasta ese lugar maldito.

Éramos cuatro: Elena, la más valiente y escéptica del grupo; David, el bromista que siempre intentaba aligerar el ambiente; Sofía, la sensible y miedosa, y yo, Marco, el narrador, siempre fascinado por lo desconocido.

Mientras nos acercábamos a la fuente, los susurros se intensificaban, como si las voces intentaran advertirnos o atraernos. El agua, de un color verde oscuro y turbio, reflejaba la luz de la luna de forma extraña, como si tuviera vida propia. La estatua de la ninfa, con su rostro desgastado y sus ojos vacíos, parecía observarnos con tristeza.

Elena, con su linterna, iluminó la fuente y dijo con voz temblorosa: ‘Según la leyenda, esta fuente fue testigo de muchas muertes. Hace siglos, una plaga asoló el pueblo y muchos buscaron refugio en este parque. Pero el agua de la fuente estaba contaminada y todos los que la bebieron murieron. Sus espíritus quedaron atrapados aquí, condenados a vagar por la eternidad’.

David, intentando calmar los nervios, soltó una risa nerviosa: ‘¡Qué historia más macabra! Pero solo son cuentos para asustar a los niños’. Sin embargo, su voz delataba su inquietud.

De repente, un susurro más fuerte que los demás resonó en el aire, como si alguien estuviera pronunciando nuestro nombre.

Sofía, presa del pánico, se aferró a mi brazo y gritó: ‘¡Los estoy oyendo! ¡Nos están llamando!’.’¡Los estoy oyendo! ¡Nos están llamando!’ gritó Sofía, con los ojos llenos de lágrimas.

Los susurros se convirtieron en un murmullo constante, como si una multitud invisible nos rodeara. Las voces eran débiles y ahogadas, pero lograban pronunciar palabras que nos helaban la sangre: ‘Sed… dolor… muerte…’.

Elena, con voz temblorosa, intentó mantener la calma: ‘Tranquilos, solo son ecos del pasado. La leyenda dice que la plaga que asoló el pueblo provocaba fiebres altísimas, delirios y una sed insaciable. La gente, desesperada, acudía a la fuente en busca de agua, pero el líquido estaba contaminado y los envenenaba lentamente. Sus cuerpos se hinchaban, su piel se cubría de llagas y sus gritos de agonía resonaban en el parque. La ninfa, testigo de tanto sufrimiento, lloró lágrimas de sangre, que se mezclaron con el agua de la fuente, maldiciéndola para siempre’.

David, pálido y sudoroso, se acercó a la fuente y observó el agua con horror. ‘Mira’, dijo con voz apenas audible, ‘el agua está cambiando de color’.

El líquido verde oscuro se había tornado rojizo, como si la sangre de las víctimas hubiera vuelto a fluir. Un olor nauseabundo, a carne podrida y azufre, impregnó el aire.

De repente, un susurro más fuerte que los demás resonó en mi oído, pronunciando mi nombre con una voz gutural: ‘Marco… ven a beber… sacia tu sed…’. Sentí una fuerza extraña que me atraía hacia la fuente, como si una mano invisible me empujara. Me resistí con todas mis fuerzas, pero la voz seguía llamándome, cada vez más fuerte, cada vez más cerca.

Sofía, presa del pánico, intentó alejarse de la fuente, pero tropezó y cayó al suelo. Al caer, su mano rozó el agua. Un grito desgarrador resonó en el parque. Sofía se retorcía en el suelo, con los ojos desorbitados y la boca abierta, como si intentara gritar, pero no le saliera la voz. Su piel se cubrió de llagas y su cuerpo empezó a hincharse, como si estuviera a punto de explotar.Elena y David intentaron ayudarla, pero era inútil. Sofía se estaba transformando en una de las víctimas de la plaga, atrapada en el ciclo de sufrimiento de la fuente.

Los susurros se intensificaron, convirtiéndose en un coro de voces que celebraban la llegada de una nueva alma atormentada. El agua de la fuente burbujeaba y se agitaba, como si estuviera viva, ansiosa por reclamar nuevas víctimas, burbujeaba y se agitaba, como si estuviera viva, ansiosa por reclamar nuevas víctimas.

Elena, con los ojos llenos de terror, intentó arrastrar a David lejos de la fuente, pero él estaba paralizado, observando con horror cómo Sofía se transformaba en una criatura grotesca.’Tenemos que irnos’, gritó Elena, pero su voz se quebró al ver mi rostro.

Yo estaba hipnotizado por la fuente, sintiendo una fuerza irresistible que me atraía hacia ella. Los susurros se habían convertido en un coro ensordecedor, clamando mi nombre. ‘Marco… ven a nosotros… únete a nosotros…’.Elena, con un grito ahogado, intentó huir, pero la fuerza de la fuente era demasiado poderosa. La arrastró hacia el agua, y esta se agitó con violencia, como si la recibiera con ansias. David intentó correr, pero tropezó y cayó al suelo. La oscuridad de la noche lo envolvió, y los susurros lo llamaron hacia la fuente.

Sentí una punzada de culpa al ver a mis amigos caer uno a uno, pero la fuerza que me atraía hacia la fuente era demasiado poderosa. Me acerqué al borde, y el agua me llamó con una voz seductora. ‘Marco… ven a nosotros… sacia tu sed…’.Me incliné sobre la fuente, y mi reflejo me devolvió una mirada distorsionada, como si mi rostro se estuviera fundiendo. El agua me atrajo hacia ella, y sentí cómo me hundía en la oscuridad. Los susurros me envolvieron, y las voces de los ahogados me dieron la bienvenida a su reino de sufrimiento eterno.

El parque de la Concordia quedó en silencio, solo interrumpido por el murmullo constante de la fuente. Las sombras se alargaron, y la noche se hizo más oscura. La fuente de los susurros había reclamado a sus nuevas víctimas, y sus voces se unieron al coro de los condenados, atrapados para siempre en el ciclo de terror y muerte.

Reflexión

El relato «La fuente de los susurros» explora temas clásicos del terror, como el peligro de lo desconocido, la atracción de lo prohibido y la fragilidad de la vida ante fuerzas oscuras. La fuente, como símbolo central, representa tanto la belleza como la muerte, la vida y la destrucción.

Reflexiones:

* La curiosidad y sus consecuencias:

-El relato nos advierte sobre los peligros de la curiosidad desmedida. Los jóvenes, atraídos por la leyenda, ignoran las advertencias y se adentran en un territorio prohibido. Su deseo de conocer la verdad los lleva a un final trágico.

* El poder del pasado:

-La fuente actúa como un portal al pasado, donde los espíritus de las víctimas de la plaga siguen atrapados. El relato sugiere que el pasado puede tener un poder oscuro y persistente, capaz de influir en el presente y destruir vidas.

* La fragilidad de la vida:

– La transformación de Sofía y el destino de los demás personajes nos recuerdan la fragilidad de la vida y la facilidad con que puede ser arrebatada. El terror se intensifica al ver cómo la vida se desvanece en medio del dolor y la desesperación.

* La naturaleza del mal:

-La fuente representa una fuerza maligna que se alimenta del sufrimiento humano. El relato no ofrece una explicación clara de su origen, lo que aumenta la sensación de misterio y terror. El mal se presenta como una fuerza antigua y poderosa, capaz de corromper y destruir.

* El ambiente y la atmósfera:

– El parque de la concordia, es un personaje mas, con su ambiente sombrío y descuidado, crea una atmósfera de terror y misterio. Los susurros, el agua turbia y la estatua de la ninfa contribuyen a crear una sensación de inquietud y peligro inminente.

* Final Trágico:

-El final trágico del relato refuerza la sensación de impotencia ante las fuerzas oscuras. La ausencia de esperanza y la inevitabilidad del destino contribuyen a crear un relato de terror impactante.

En resumen, «La fuente de los susurros» es un relato de terror que explora temas universales sobre la naturaleza humana y el poder de lo desconocido. La fuente, como símbolo central, nos recuerda la dualidad de la vida y la muerte, y la fragilidad de nuestra existencia ante fuerzas oscuras.

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